Los jugadores del FC Barcelona están en su derecho de celebrar el título europeo conseguido en Wembley acompañando a Shakira en el concierto que ayer ofreció en el Estadi Olímpic. Pero los aficionados del FC Barcelona, los auténticos propietarios del club, también merecen un respeto que ayer no se les tuvo.
La celebración fue contra reloj desde el mismo momento en que la expedición tomó tierra en El Prat. Había prisas. Lo que debió ser un festejo sin fin se vio limitado por el inicio del concierto que Shakira ofrecía a las diez de la noche en Montjuic. El autobús recorrió las calles de la ciudad con cierta prisa y los jugadores se encargaron de finiquitar el acto de ofrenda del título a la afición en el Camp Nou reduciendo sus parlamentos a la aficiónal público. Todo, para llegar a tiempo a Montjuic.
Incluso quedaron muy deslucidos los fuegos artificales, en pleno día y sibn la lógica complicidad de la oscuridad de la noche. Sólo que el colofón final se hubiera retrasado media hora, el espectáculo de los fuegos hubiera tenido otra dimensión. Muchos espectadores esperaban en el Camp Nou la llegada de los jugadores desde las cinco y media de la tarde. Esperaban a unos jugadores entregados a sus aficionados. A la hora de la verdad vieron a unos chicos que tenían prisa por acabar cuanto antes.
Un precedente muy peligroso.
El concierto de Shakira deslució la celebración
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